sábado, agosto 29, 2009 0 comentarios

Sinopsis



Tres ancianos se reúnen frente al mar a dialogar sobre el ocaso de sus vidas. En esos encuentros hay rivalidad, celos, desencanto, ilusión y una voz permanente de fondo; el mar, que les devuelve historias y recuerdos.
Es un mar más viejo que ellos, que tiene fechas, sucesos, acontecimientos, batallas y nombres que se unen al agua de adentro, al océano de cada viejo, que es un sancocho de fantasmas sin pies ni cabeza.
Tres viejos mares gira en torno a la memoria, un tema recurrente en la dramaturgia de Arístides Vargas, y como todas sus obras conjuga el humor, la ternura, la desesperación y la inocencia de unos personajes que tratan de reconstruirse a si mismos.
La obra forma parte de una trilogía, originalmente escrita en torno a la figura de Eloy Alfaro, un importante personaje ecuatoriano. Para este proyecto la obra fue adaptada a la realidad centroamericana. En ella encontramos un pedacito de todos, un fragmento de nuestra historia, de nuestros recuerdos que quizá no sean tal y como sucedieron, sino como los necesitamos.




sábado, agosto 29, 2009 0 comentarios

Antecedentes

Este proyecto es el punto de reunión de 3 artistas teatrales y una productora centroamericanos: Patricia Orantes de Guatemala, Edgar Valeriano de Honduras, Omar Renderos y Blanca Rubio de El Salvador. A partir de esta coincidencia buscan a los maestros Arístides Vargas y Charo Francés del grupo ecuatoriano Malayerba para llevar a escena una obra de teatro.
De la mano de Malayerba, se plantea el montaje de la obra Tres viejos mares, en el cual se integra la dramaturgia y dirección de Vargas, la dirección de actores de Charo Francés y la actuación de los centroamericanos.
El montaje de la obra se realiza en Quito, Ecuador en agosto-septiembre de 2009, se pre-estrena en la sala Malayerba, y para el resto del año se tienen programados los estrenos en cada uno de los países centroamericanos que integran el proyecto.
Este es un proyecto independiente que cuenta con el respaldo de Hivos, Centro Cultural de España en El Salvador, Honduras y Guatemala.

Patricia Orantes
Academia de arte dramático Universidad Popular de Guatemala. 1980. A lo largo de 27 años de experiencia teatral ha recibido diversos talleres con maestros como: Jean Ives Peñafiel, Mario Gonzáles, Charo Francés, Lizette Mertins, Christian Caro, Francoise Thanas, José Sanchis Sinisterra, Ricardo Bartis. Ha participado como actriz en más de treinta montajes, entre ellos: Me casé con mi suegra, Los cuervos están de luto, En los cerros de Ilom, Cyrano de Bergerac, María Estuardo, La muerte y la doncella, Mambrú se fue a la guerra, Tartufo , Sueño de una noche de verano, Roberto Zucco, La redada, Papeles amarillos, Medea. Participación en varias giras centroamericanas y en festivales Internacionales de Teatro en Venezuela, Centroamérica, Estados Unidos y España. Miembro fundadora del Proyecto Lagartija.

Edgar Valeriano
Egresado de la Escuela Nacional de Teatro. Fundador del Grupo Teatral Bambú. Ha participado en diferentes talleres de formación teatral con artistas nacionales y extranjeros, incursionando en diferentes disciplinas de teatro. Ha trabajado con: Teatro Taller Tegucigalpa, Mimo Teatro Ropero, Teatro Laboratorio de Honduras, Compañía Nacional de Teatro, Grupo Dramático de Tegucigalpa. Ha actuado para radio y televisión y cortometrajes en videos. Miembro fundador del Proyecto Lagartija. Cuenta con experiencia en organización, planificación y ejecución de talleres, festivales y producciones artísticas. Ha representado a Honduras en giras internacionales.


Omar Renderos
Actor y Productor de teatro. Inició en 1993, en el Teatro de la Universidad Tecnológica de El Salvador, bajo la dirección de Ciro Rivera, mismo que lo invitó a integrarse al grupo Comunicateatro, con quien durante 8 años trabajó en más de 20 montajes. Paralelo a ello realizó talleres de teatro para niños y títeres de guiñol con Sandra Boerdere y actuación con Eduardo Shinca. En 2004 fue becado por el Proyecto El Carromato para el Taller de Actuación conducido por Charo Francés. Miembro fundador del Proyecto Lagartija. Por cinco años integró el Teatro Estudio de San Salvador, dirigido por Fernando Umaña.
domingo, agosto 23, 2009 0 comentarios

Créditos



Patricia Orantes Piedad
Edgar Valeriano Marcial
Omar Renderos Nicasio



Dirección y dramaturgia: Arístides Vargas
Dirección de actores : Charo Francés
Entrenamiento actoral: Gerson Guerra
Asistencia de dirección: José Lino Suntaxi
Escenografía y vestuario: Pepe Rosales
Diseño de luces: Arístides Vargas
Musicalización: Julián de la Torre
Producción en Quito: Omar Renderos
Coordinación y producción: Blanca Rubio



Agradecimientos: Grupo Malayerba, Corporación Humor y Vida, Proyecto Lagartija

viernes, agosto 14, 2009 0 comentarios
Arístides Vargas:
Monólogo de un elegido


Por Francisco Febres Cordero

Nací en Córdoba, pero viví toda la vida en San Martín, un pueblo muy cercano a Mendoza. Mi hermano mayor me regaló los primeros libros, me hizo leer a Antonio Machado cuando yo tenía 13 ó 14 años. Éramos siete hermanos. Yo era el menor. San Martín queda a 1.500 kilómetros de Buenos Aires. Nuestra vida era entre campesina y urbana. Mis padres eran gente de campo, que habían emigrado a la ciudad. Yo crecí en la ciudad, pero mantuve lazos muy fuertes con lo rural.

(...) Yo me daba ínfulas de poeta. Leía poesía (lo hago hasta hoy día) e intenté escribirla cuando mi primer matrimonio fracasó. Pero creo que también fracasó mi poesía. Ahora pienso que la dimensión poética se manifiesta en las obras de teatro que escribo. Este grupo de jóvenes tuvo un destino trágico: algunos estuvieron presos, otros tuvimos que exiliarnos y a otros los mataron. Los que quedamos nos seguimos viendo de vez en cuando.

Estudié hasta tercer año de secundaria y luego fui a la Escuela Superior de Arte Dramático, que dependía de la Universidad Nacional de Cuyo.

(...) No terminé la carrera porque a fines del 74 asumió el poder Isabel Martínez de Perón y se creó un cuerpo represivo nefasto, que se llamaba Alianza Anticomunista Argentina, la triple A, que comenzó a actuar de manera impune en un país que suponíamos vivía en democracia. Este grupo paramilitar asedió la Escuela de Arte Dramático, comenzaron las persecuciones y por último los encarcelamientos. Ahí tuve que salir de Argentina, cuando cursaba el segundo año de estudios. Para entonces ya estaba casado. Me casé a los 18 años. En esa época todos nos casábamos jóvenes porque creíamos que íbamos a ser jóvenes para siempre. Con Laura, mi primera esposa, no tuvimos hijos.

Salimos sin destino fijo. Nos daba lo mismo ir a cualquier parte. Ahora siento que teníamos muchos problemas. Teníamos problemas entre nosotros, problemas con el entorno, problemas de miedo, problemas de desarraigo. Nos fuimos los cuatro: Ernesto Suárez con su mujer, Tati Interlige, Laura y yo. Y también la hijita de ellos, Laurita, que era chiquita. Ahora, cuando la veo a ella en televisión, me sorprendo del paso del tiempo. Viajamos por tierra, atravesando un país en guerra, hasta Salta, un paso fronterizo con la parte norte de Chile. Llegamos al Perú, donde vivimos un año en los camerinos del teatro La Cabaña.

Teníamos dos obras: una infantil que se llamaba Ta Te Ti, y otra que habíamos hecho en Argentina, La farsa de Patelín, muy divertida y que para nosotros funcionó como terapia porque nos permitía reír en un tiempo muy oscuro. La obra nos sacaba del exilio y nos metía en la ficción. Con esas obras trabajábamos en teatros, en ferias o en mercados, a cambio de comida. Hacíamos también teatro callejero. (...)
MALAYERBA NACE EN QUITO

Decidimos venir al Ecuador sin saber a dónde veníamos. (...) Quito me pareció de una belleza excepcional. La parte colonial me maravilló. Dije “aquí me voy a quedar”. Quedé perplejo ante la intensidad del paisaje, del sol, de la luz. Era 1976.

Ernesto Suárez fue a trabajar como profesor de la Escuela de Teatro de la Universidad Central. E inmediatamente comenzamos a hacer funciones en escuelas y teatros. Entonces en Quito había mucha gente que hacía teatro, aunque no tenía el teatro como un oficio. Nosotros sí: era lo único que sabíamos hacer.

Vivíamos pendientes de lo que sucedía en Argentina y con la idea de volver. Pero, sin darnos cuenta, fuimos echando raíces. De pronto se rompió el grupo, porque surgieron las crisis de las parejas. El grupo éramos dos matrimonios. Ernesto y Tati fueron a Guayaquil y luego se separaron. También Laura y yo nos separamos.

Ya solo en Quito, comencé a relacionarme con la gente de aquí. Conocí a Jaime Guevara en 1977. En su casa empecé a conocer a una serie de jóvenes inquietos y con el tiempo entendí por qué me quedé: los países no son paisajes, son personas, son comarcas afectivas que te recogen y te hacen sentir que no eres un extranjero. Eso para mí es un país.

Vivía en un edificio de Los Dos Puentes, donde conocí al diseñador chileno Pepe Rosales y a Carlos Theus, un belga que hacía teatro. Formamos un grupo que se llamó Mojiganga. Pusimos dos o tres obras, una de las cuales era Misterio Bufo, de Darío Fo, un autor al que casi no se conocía en América Latina. Por ese tiempo se incorporaron al grupo Susana Pautasso, argentina, Charo Francés, española y, más tarde, Silvia Henao, colombiana, y Hugo Gianini, pianista chileno.

En Mojiganga comenzamos a dar vueltas a la idea de formar Malayerba. La primera obra que montó el grupo fue Robinson Crusoe. Ahí se incorporaron dos ecuatorianos: Carlos Michelena y Lupe Acosta.

Fue en Malayerba donde realmente aprendí a hacer teatro. Esencialmente era un grupo de estudio, lo que nos interesaba era estudiar y ensayar, más que representar. Por eso tardamos tres años en hacer nuestra primera obra. Después hicimos Mujeres, también de Darío Fo. Luego, una obra de creación colectiva, La Fanesca. Siempre que volvíamos a la creación colectiva sentíamos que teníamos que aprender, que el teatro no era una ocurrencia más o menos feliz de unas actrices y unos actores, sino un arte complejo, lleno de caminos que había que transitar. Posteriormente hicimos Doña Rosita la soltera, de García Lorca, y El señor Puntila y su criado Matti, de Brecht.
EL DRAMATURGO

Yo jodía mucho con que alguien en Malayerba tenía que escribir los textos para la escena. Hasta que Charo Francés me dijo un día: “Mira, déjanos de joder la vida y ponte a escribir tú”. La posibilidad de escribir fue un gran descubrimiento para mí.

Lo primero que escribí fue una versión de Woyzec, de Buchner, en los años 90. La obra se llamó Francisco de Cariamanga. Él es un soldado ecuatoriano que está cuidando la frontera entre Perú y Ecuador, en los años 40. Buscaba indagar qué es ser peruano y qué ser ecuatoriano.

Creo que el teatro es un juego. Un juego que nunca acaba. Es una suerte de varios discursos que se van concatenando y reinventando constantemente. El autor propone un juego y lo siguen el director, el actor y el público. Luego, todo vuelve a comenzar. Cuando escribes un texto no puedes agotar ni el teatro ni el texto. El texto de una novela es una pared, así de sólido. El texto del teatro es un tapiz que deja ver qué hay detrás a través del entramado. Y entonces el director comienza a tejer su nuevo discurso en ese entramado. Y luego el actor comienza a tejer. Y por último el público. Por eso en Pluma lo que propongo es una traición a mí mismo. Es decir, tomo mi obra como si fuera ajena. En el texto escrito hay una serie de indicaciones que hice como autor, pero que no respeté como director.

El destino me ha tratado bien y mal. Afortunado en el teatro e infortunado en un montón de cosas.

No creo que sea más talentoso o mejor que otros. Creo que la suerte actúa en el sentido de que te hace estar en un lugar donde, por casualidad, pasó algo. Y siempre fue así, desde el momento en que mi hermano me hizo leer a Antonio Machado.

He recorrido mundo, he estado en muchas partes, en muchos festivales.

Soy un obsesionado por la muerte. Estoy a punto de cumplir 50 años y uno tiene que asumir que no es inmortal. Uno empieza a sufrir los achaques propios de la edad. Cuando uno tiene 50 (o casi) siente que ya es hora de que le pase algo. Mi médico es un cardiólogo que, con un humor muy quiteño, dice “qué feo que ha de ser morirse en perfecto estado de salud”.

Mi padre murió de un ataque al corazón. No pude ir a su entierro, porque todavía tenía prohibición de volver a Argentina. En la Argentina de entonces ser joven era un antecedente penal, un atentado contra el Estado. Si uno tenía 20 años era sospechoso de que algo estaba tramando. Era una Argentina patológica. En mi país cada cierto tiempo sucede algo terrible que nos devuelve hacia el atrás, hacia el antes. A veces alguien me dice: “Pero si tú sigues haciendo teatro político”. Y yo le respondo: “Yo sólo sigo recordando”.
UN NEGRO EMOCIONAL

Volví a Argentina en el año 84, con Malayerba, al festival de Córdoba, y eso me causó un shock muy grande por muchas razones que todavía estoy tratando de comprender. Pienso que no he logrado aceptar que a mí me pasó una cosa que no le debe pasar a nadie. Y eso me creó un sentimiento muy fuerte.

Con Charo Francés trabajé muchos años y cuando ella enviudó y quedó sola, fue natural encontrarnos.

Ahora voy a Argentina una o dos veces por año a ver a mi madre, que tiene 90 años. Y, aunque hoy se están poniendo obras mías en Buenos Aires, no salgo de la casa de mi madre. En España me preguntan por qué vuelvo a Ecuador, cuando puedo quedarme allá a hacer grandes cosas. Para mí el teatro no tiene nada que ver con la crítica, con la fama, con el dinero. El teatro, en mi caso, es una necesidad profundamente emocional. Lo hago aquí porque tengo el contexto para hacerlo. Tengo un espacio, tengo un grupo para explorar todos estos universos emocionales que muchas veces no me dejan dormir. Estoy en Quito porque esta es una ciudad que me permite crear.

(...) ‘Negro’ es un apodo que me viene de Argentina, donde somos muy propensos a los sobrenombres. Pero no se crea que no me ha costado acuñarlo. Con Charo teníamos una empleada en nuestra casa que, como no le gustaba decirme Negro, me decía ‘señor morenito’. Y otra vez, en Miami, en el aeropuerto, Charo me gritó ¡Negro! y le cayeron tres policías a reclamarle con el argumento de que me había insultado. En Esmeraldas volvió a gritarme ¡Negro! y todo el mundo se dio la vuelta, creyendo que era a ellos.

Mi padre era un campesino que apenas había terminado la escuela primaria, pero era un gran lector de los clásicos, de la literatura griega. Entonces me puso a mí Arístides y a una de mis hermanas Minerva. Arístides –me dijo un día Simón Espinosa– significa ‘el elegido’.

Mi apellido es Vargas. Entonces, soy Arístides Vargas.




Rosario Francés, dirección de actores

Nací en Pamplona (España) el 15 de diciembre de 1949. Estudié y me gradué de Filosofía en la Universidad de Navarra. Mi formación teatral la realicé en el TEI, en Madrid – España. Mi maestro de actuación fue el señor William Leighton. También tomé un curso de actuación en la Universidad de Midleex en Londres-Inglaterra.
En el año 1978 fui a vivir a Ecuador y ese mismo año entré a formar parte del grupo de teatro Mojiganga de Quito. Al año siguiente y, junto a Susana Pautasso y Arístides Vargas fundé el grupo de teatro Malayerba, donde he participado como actriz en los montajes:
"Mujeres", de Darío Fo; "El Sr. Puntilla", de Bertold Brecht; "Doña Rosita la Soltera", de Federico García Lorca, “Jardín de Pulpos” y “Nuestra Señora de las Nubes” de Arístides Vargas, entre otras.
Con Malayerba he participado en distintos festivales internacionales de teatro en países de Sur América, México, Cuba, Estado Unidos, España, Francia, Portugal, Alemania.
He realizado la dirección general de tres obras del grupo y he hecho la dirección de actores en el resto de obras del repertorio Malayerba. En el año 1991 creé el “Laboratorio para Actores Malayerba” del que soy directora hasta la fecha.
He escrito y dirigido la obra de teatro: “Tírenle Tierra”, parte del repertorio del Malayerba.
Fuera del grupo he llevado a cabo la dirección de actores en cine, en películas como: “La Tigra” y “Entre Marx y una mujer desnuda”, dirigidas por Camilo Luzuriaga.
He realizado la dirección actoral en distintos montajes, en diferentes países de Latinoamérica, España y Estados Unidos. Cátedra en la Universidad Nacional de Cuyo, Argentina. Cátedra Escuela de teatro de Pamplona, España, Kukubiltxo, País Vasco, España.
He dictado numerosos Talleres de Actuación en diferentes partes del mundo.
viernes, agosto 14, 2009 0 comentarios

El grupo Malayerba

El Grupo Malayerba nació en Quito, en 1979. Dos años más tarde se constituye legalmente como Asociación Cultural Taller de Teatro Malayerba, sin fines de lucro, con carácter absolutamente independiente y destinado a la producción de un Teatro Latinoamericano que exprese su realidad en un lenguaje propio.

En busca de este lenguaje propio, en el año 1988, después de una serie de seminarios realizados, y en vista de los resultados obtenidos en los mismos, se crea el “Laboratorio Teatral Permanente” en la ciudad de Quito, sin un domicilio fijo, ya que el grupo no tenía aún una sede propia.

Las clases se impartieron en diferentes lugares hasta que, en diciembre de 1995, y gracias a los fondos recogidos en una gira por Francia, el grupo compra una casa situada en la plazoleta del Belén, donde se radica desde enero de 1996.

Ese mismo año, Malayerba recibió la Medalla Nacional al Mérito Teatral por parte de la Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión.

En el año 2001 nace la revista “Hoja de Teatro”, bajo la dirección de Daysi Sánchez, como un instrumento para la crítica, la teorización, el pensamiento del teatro. Éste documento dirigido tanto para quienes integran el Laboratorio (alumnos y maestros), como para todos los que forman Malayerba (público, teatreros, transeúntes), pretende recoger las experiencias tanto a nivel individual como colectivas de nuestro espacio y también del ámbito teatral de la ciudad.

En sus veinte y siete años de existencia, Malayerba, conformado por un equipo de actores profesionales de distintos orígenes, distintas nacionalidades, distintas culturas y procedencias, ha logrado expresar que esta mezcla no sólo es posible, sino que puede constituir una identidad, una unidad sobre la base de lo diferente y enriquecida por las diferencias.

Ha realizado 21 montajes, que ha difundido por las distintas provincias ecuatorianas, para un público diverso. De igual manera, ha tenido la oportunidad de representar al Ecuador en varias ocasiones en festivales nacionales e internacionales. Ha participado en obras para otros grupos de teatro de Ecuador y otros países, ha incursionado en el cine y en la televisión, sin dejar nunca de lado el aporte a la comunidad.

La Casa Malayerba, sede del Grupo, en la actualidad mantiene además una sala de teatro con capacidad para sesenta personas.







Escenografía y vestuario

Malayerba además de poner a nuestra disposición su sala, salones de ensayos y el
apoyo del equipo humano, nos facilitó la integración al montaje de Pepe Rosales, diseñador de los vestuarios y escenografías de la mayoría de sus obras.

Pepe Rosales egresa de la Universidad de Santiago de Chile como diseñador escénico y dos años de arquitectura. Llega como exiliado a Ecuador en el año 1976 y empieza su recorrido por la escena nacional con el grupo Teatro Ensayo de Antonio Ordóñez. Enseguida colabora como escenógrafo y vestuarista para el Grupo Malayerba, al que se sumará luego como actor y miembro de la compañía desde 1995 con la obra “Pluma y la tempestad”. Ha diseñado para compañías de danza y teatro, para ballet clásico, para óperas, para cine y televisión. Entre los grupos para los que ha trabajado están: La compañía Nacional de Danza, Retazos (Cuba), Ballet Nacional del Norte (Chile), Ballet de Perú, Grupo Muyacán, Grupo Zero no Zero, Mandrágora, Patio de Comedias, Tentempié, Callejón del Agua, Grupo Malayerba, entre otros.
Durante nuestra estadía en Quito, Malayerba organizó un homenaje a Pepe por su trayectoria. La casa Malayerba fue transformada por el artista plástico puertorriqueño Antonio Martorelli en una enorme instalación que acogió un performance en el que nos integramos como actores.